El campeón no se cansa de ganar, aunque es consciente de que «estoy cerca de mi techo y luego será complicado mantener el nivel»
Amezketa amanece tranquilo. Como si la fiesta hubiese pasado factura. El cielo gris invita a pensar que el pueblo está triste. Algo imposible con Jokin Altuna (Amezketa, 1996) volviendo a demostrar que es uno de los más grandes.