Después de casi 14 años en la pelota a mano profesional, Juan Martínez de Irujo, el gran revolucionario, se retira como una leyenda de la historia de este deporte
Noticias de Navarra. El 9 de abril de 2016 se le paró el reloj competitivo a Juan Martínez de Irujo (Ibero, 4/11/1981) y, mientras tanto, por el retrovisor observaba un tráiler de txapelas: cinco del Manomanista, tres del Cuatro y Medio y otras cinco del Parejas, con cuatro zagueros distintos. Aquel día, en una final, la del Parejas, se le fracturó el dedo corazón de la mano derecha por tres sitios. El dolor inicial fue una tortura que le provocó una reacción volcánica: irse de la cancha a todo correr, con una patada a la puerta del frontón. La vibración le entró hasta el codo. El mal golpe dio al traste aquella final, que jugó con Beñat Rezusta, el último compañero en ver al navarro vestido de blanco. Después de aquella rotura, Martínez de Irujo, siempre bravo, volvió a salir, se probó y jugó unos tantos más. El umbral del dolor, más alto que el Burj Khalifa de Dubai, una mole de más de 800 metros. Irujo dijo que no podía seguir. Pulsó el stop con el 16-10. Lógico. La mano derecha era un avispero. Después, llegó lo del corazón.