Ezkurdia se consagra

Deia.  En el caos y en el vacío creció Joseba Ezkurdia como pelotari. Y en mitad del frontón Navarra Arena, engalanado con un vestido con faltas, pues se dejaron de vender cerca de 500 entradas para la final del Cuatro y Medio, volvió a reinar. En el maremoto, cuando la cátedra auguraba un trabajo a contrapelo -se cantaron posturas de doble a sencillo a favor de Jokin Altuna-, con el viento en contra, el de Arbizu, campeón en curso del acotado, se convirtió en un junco en el ventarrón, que se dobla pero jamás se doblega, que se mueve, que soporta el vendaval, pero que no se rompe. Nunca. No hay huracán para el gigante Ezkurdia. No hay terremoto que le inquiete.

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