Grandeza y vergüenza

Deia. Plantó las dos piernas doloridas (ambos pelotaris pidieron masajes y algo de aire a lo largo del partido…) en el centro de la cancha, con los puños en llamas y la mirada clavada en el cielo. Jokin Altuna era el nuevo campeón del Cuatro y medio mientras Unai Laso, camino de los vestuarios, lanzó al mismo cielo, testigo de la hermosa batalla, un ¡Dios! cargado de rabia.

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