Poco es mucho en la jaula de Jokin Altuna

Deia. Las txapelas, como las rosas, tienen espinas. A Jokin Altuna, florista con un rifle de precisión en las manos, ojo de halcón e inspiración de artista, le sangran los dedos. Las txapelas pinchan. El Cuatro y Medio tiene tatuado su nombre: seis finales consecutivas y tres títulos. Su tercera corona ha llegado este domingo después de nadar entre la agonía de una final de dos partes, una por barba, en la que vivió una montaña rusa ante Unai Laso, un pelotari huracanado, descarado, un amasijo de nervio y músculos trenzados. El de Bizkarreta-Gerendiain tiene que estar orgulloso de lo logrado. 22-20: final hermosa por emocionante y con instantes de mucho brillo.

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