Zaratamo llora con los puños cerrados

El pueblo de Mikel Urrutikoetxea se ha volcado con su ídolo, ha jaleado sus tantos en medio de la euforia y ha sido dueño de las gradas a pesar de la derrota

El Correo. Sentado en la cancha tras cometer el error que dio a Irribarria el tanto 19, el rostro de Mikel Urrutikotxea lo decía todo. «Aquí ha perdido el partido», aseguraba uno de los suyos, con las manos apoyadas en una barandilla del graderío, sin reprimir la frustración. Un grupo de chavales guipuzcoanos corrió escaleras abajo para arropar desde más cerca a su ídolo de Arama, que poco después iba a proclamarse campeón. Urrutikoetxea, serio, ya no miraba al frente, sino que se movía cabizbajo. Beñat, entrenador de la escuela de pelota de Zaratamo, y los adolescentes del municipio que habían acudido a jalear a su figura, a ese pelotari que suele jugar con ellos cuando tiene tiempo, estaban desolados. Aun así, al llegar el tanto 22 de Irribarria no dejaron de animar al suyo, igual que habían hecho antes. «¡Mikel, Mikel!».

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