Jokin Altuna se mete en las semifinales del Manomanista tras sufrir ante Elordi en un partidazo y levantar un 15-18 en una tacada de siete tantos
Vista al infinito. Jokin Altuna, enrabietado, es un animal salvaje herido, tocado. Cuidado, mucho cuidado. Camino a los vestuarios del frontón Astelena de Eibar, con 15-18 en el luminoso, al amezketarra se le adivinan las ideas: la rabia fluyendo. En el retrovisor: del 14-8 al 15-18. Aitor Elordi desatado, un volcán en erupción. Revuelta. Revolución. El habilidoso vizcaino grita libertad. Partido de los que hacen afición. Apostolado mano a mano. Pero Altuna tiene mirada larga. Hasta el infinito. Más allá.