La txapela vuelve a Arama y de momento descansa cerca de la que el ganador más precoz de la historia de la competición reina se caló en 2016
El Diario Vasco. Iker Irribarria camina sin txapela desde su domicilio hacia la iglesia de Arama. Campeón sin distintivo. Sus ojos chisposos delatan que la noche de la celebración ha durado más tiempo que la mañana de descanso. «¡Vaya resaca más bonita!», exclama con una sonrisa delatora. Llama a casa para que su hermano Ekhi le traiga su segunda txapela, la ganada el domingo ante Mikel Urrutikoetxea en el Bizkaia de Bilbao en una final dura, potente, exigente y emocionante.