Unai Laso llevó al límite a Jokin Altuna con un juego muy sólido y una demostración de carácter, pero al final no pudo evitar la tercera txapela del genio de Amezketa
El Correo.
Como el alpinista que un día se quedó a cien metros de la cima del Everest y desde entonces no deja de preguntarse qué le faltó para llegar a su destino soñado. Es probable que, tras la final de ayer, este sentimiento acompañe a partir de ahora a Unai Laso. Estuvo muy cerca el navarro de conseguir la txapela. La acarició tras un partido intenso y competido frente al mejor pelotari de la actualidad. La gloria, sin embargo, se le escapó en algunos pequeños detalles que no tendrían mayor importancia ante a otro rival pero ante un genio como Altuna suelen ser como un certificado de defunción.