El delantero de Ibero, con trece txapelas en su palmarés, habla de su nueva vida tras verse obligado a abandonar la pelota a sus 35 años por una dolencia cardiaca
El Diario Vasco. La pequeña y tranquila localidad navarra de Imarcoain, a solo diez kilómetros de Pamplona, es el nuevo hábitat de Juan Martínez de Irujo. Rodeado de niños y de excompañeros como Patxi Eugi, Fernando Goñi y Pello Martínez de Eulate, la escuela de pelota Elkar es su refugio. Antes lo fue Ibero, su pueblo natal, donde se forjó un pelotari imposible de clonar. Su corazón ya no le permite volver a sacar, restar, rematar, levantar trofeos, coleccionar txapelas. Ahora es un ciudadano de a pie que afronta el futuro como uno más.