Deia. Con la esperanza de que la historia no se repitiera tres años después en el imponente frontón Bizkaia, donde en 2016 un lanzado Iker Irribarria se convirtió en el campeón manomanista más joven de la historia, Mikel Urrutikoetxea intentó lanzar ayer un guiño al destino. Lo hizo, en su feroz deseo de revalidar el campeonato conquistado en 2015, con una decidida y efectiva puesta en escena que no obtuvo el impacto deseado en transcurso de una titánica e “igualada” final, tal como acertó a definirla el delantero de Zaratamo, “apenado” tras la dura derrota sufrida en un encuentro que “cualquiera de los dos podía haber ganado”.
Urrutikoetxea: “Es duro quedarse a dos tantos del título más preciado”
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