Peio Etxeberria, con una herida en la mano, y Zabaleta humanizan a Jaka y Mariezkurrena II en el Parejas
Peio Etxeberria acabó el partido del Labrit de Iruñea contento por el triunfo, pero dolorido. Muy dolorido. El pantalón blanco es un chivato: salpicones escarlata de sangre. Esparadrapo suelto y teñido. Llevaba el nudillo del meñique de la mano derecha destrozado y abierto por golpear de un puñetazo el murete de las butacas de cancha de La Bombonera; una acción de rabia innecesaria, aunque fruto de las altas pulsaciones, de la que a buen seguro se arrepentirá durante un tiempo.