Las finales de pelota en el Bizkaia van más allá del deporte. Son un fiesta, un acto social y un encuentro de amantes del frontón y seguidores de unos y otros. Pero el Cuatro y Medio tiene algo especial
LA final del Manomanista es una gran fiesta. La del Parejas, un evento de primera. Y más ahora que la presentación del partido y los pelotaris que lo disputan tiene algo de NBA, con luces, pantallas gigantes, surtidores de chispas, juegos de luces y un animador que hace cantar y bailar al público. Los deportistas van de azul eléctrico o rojo rabia y los jueces, de verde brillante. Lejos quedan aquellas finales matutinas con parón a las doce en punto para rezar el Ángelus con sacerdote en la cancha.
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