Se cierra un círculo en medio de la fiesta

Bengoetxea VI, último estandarte de una hornada de pelotaris que cambiaron la historia moderna de la pelota, se retiró ayer en un Labrit a rebosar

Las despedidas, normalmente, suelen ser dolorosas. Indican que algo se acaba. Que nada volverá a ser como antes. Pero hay veces que el amor, en este caso por la pelota, puede con todo. Este sábado se terminó de cerrar en el Labrit de Pamplona un círculo. Oinatz Bengoetxea disputó su último partido de mano profesional retirándose así el último estandarte de una hornada de pelotaris que cambiaron la historia de la pelota a comienzos del siglo XXI. Sin embargo, pese a que el pelotazale no volverá presenciar en directo a auténticas leyendas, la tarde de ayer no fue un funeral, sino una auténtica fiesta por todo lo alto.

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