El vizcaíno y Rezusta se afianzan en la parte alta del Parejas, después de ganar a un gran Aimar Olaizola y Untoria
Noticias de Navarra. Los ojos le bulleron en las cuencas a Danel Elezkano mientras, cabeza al aire, celebraba con pasión la victoria en el Astelena de Eibar. Fue una reacción visceral, un golpe a la seriedad que se desprende siempre de su buena andadura por las canchas. El vizcaíno explotó. Lo hizo por verse con el agua al cuello en momentos en que pintaban bastos. En los que el aliento de Aimar Olaizola, depredador, extraordinario, le calentaba la nuca. Un mal tramo en el que cristalizaron el bache de los pelotaris de Aspe y la grandiosa locura del goizuetarra en un empuje final desesperado.