Tras el 4-4, Jokin Altuna desarboló al goizuetarra, que se vino abajo y no encontró ninguna respuesta
Gara. Otra vez con el Ogeta gasteiztarra como escenario, 14 años después de aquel recordado 22-1 que le infligió Martínez de Irujo en la liguilla de semifinales del primer Manomanista del de Ibero, Aimar Olaizola volvió a mostrar la bandera blanca de rendición como casi nunca se ha visto obligado en su carrera profesional, ante la manifiesta superioridad de su rival. Aquella derrota ante su alter ego supuso un punto de inflexión en su carrera, la espita que le llevó, a su entender un poco tarde, a cambiar su forma de jugar el mano a mano, ante la irrupción del «revolucionario» Irujo, mientras que la de ayer no es sino la constatación de que un nuevo tiempo se ha instalado en la mano profesional, con Jokin Altuna como máximo referente.