A sus 24 años, Jokin Altuna se ha convertido por juego, resultados, carisma y conexión con el público como el número uno del cuadro. El amezquetarra, que fue clave en la solución de la huelga, afronta su segunda final manomanista
Diario de Navarra. En la Kultur Etxea de Amezketa, un caserío reformado y moderno, hay una planta que está dedicada al club de jubilados. Tiene una sala diáfana, de sus paredes cuelgan una decena de láminas plastificadas con fotografías antiguas en blanco y negro de ilustres amezquetarras en el mundo del deporte. Hay futbolistas, remontistas, pelotaris, harrijasotzailes, atletas… Pero allí no aparece Altuna III. “Es que yo todavía no soy una leyenda”, explica Jokin Altuna Altuna (Amezketa, 1996), que el domingo juega su segunda final mano a mano.