Noticias de Gipuzkoa. A Aimar Olaizola le va la marcha: la tensión, los días que se crispan y que el estómago cruja de nervios. Al delantero de Goizueta, veterano en mil batallas, le gustan las tardes de sensaciones extrañas en las tripas. Tiene el ala llena de mordiscos, de partidos sin uñas. La eternidad le espera como uno de los profetas de la competición, en la que se erige como uno de los pelotaris con más cuajo de la historia. Eso se tiene o no se tiene. Eso viene en el ADN. A Aimar le va la marcha. A Aimar le gusta el jazz.
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