A Laso e Imaz les acabó faltando temple y oficio en una de las finales más duras de los últimos años
Hacía tiempo que los aficionados a la pelota no asistíamos a una final tan dura y disputada, tan exigente a nivel físico y mental. En los últimos tantos, con Julen Martija sintiendo que había regresado de los vestuarios con una pata de palo y Unai Laso atendido por el médico de su empresa dentro de la cancha con los isquios agarrotados, más que contar los tantos hacíamos ya un recuento de heridos. Altuna y Martija llevaban una pequeña ventaja, un solo tanto, 21-20, pero era difícil saber si podrían llegar al 22. Allí ganaría el último que se mantuviera en pie. The last man standing, como dicen los anglosajones. Y ese fue Altuna III, que acabó conduciendo a su compañero a la victoria y sumando su tercera txapela consecutiva, la primera en el Parejas.
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