El navarro hizo una gala de un gran nivel que le sirvió para llevarse el encuentro en Zarautz
Deia. La luz que desprendió Aimar Olaizola lo eclipsó todo. Una de las grandes leyendas de la pelota irrumpió ayer en el frontón de Zarautz dejando al resto de pelotaris como meros actores secundarios. El delantero de 37 años asumió el rol principal y dominó un encuentro de exhibición en el que sus rivales nada pudieron hacer. El goizuetarra, que no entiende de amistosos, protagonizó una gran actuación, sin dar un respiro a sus contrincantes.