Las competiciones individuales, tanto Manomanista como el Cuatro y Medio, no perdonan los malos días. Los ejemplos de Joseba Ezkurdua y de Iker Salaberria en la pasada jornada son el más claro ejemplo
Los vestuarios del Jayan Jai de Lekunberri son pequeñitos, están justo debajo de la grada. A ellos se accece por un estrecho pasillo. El pasado domingo, justo después de que Iñaki Artola eliminase a Joseba Ezkurdia en el recinto de Larraun, el pasillito era un hervidero de gente. El vestuario dos, un cuchitril pequeñito con una ducha, un banco para hacerse los tacos y dos perchas para colgar la ropa, Joseba Ezkurdia había dejado la puerta entreabierta. Después de la derrota estaba sentado, empapado de sudor, con las manos ya sin los tacos y la mirada perdida en ninguna parte. Estaba desencajado. Era la viva, cruda y cruel representación de la derrota.
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