Deia. Jokin Altuna posee algo que brota del interior y que no es fácil de encontrar. El delantero de Amezketa tiene la extraña –por poco común– virtud de formar pareja con absolutamente todos sus compañeros. El guipuzcoano es bueno en las matemáticas, cuestión complicada, pues en el frontón uno más uno no siempre suman dos. En esa ecuación a priori fácil, pero tan sumamente difícil, Altuna III destaca. Con Ander Imaz, además de ese desparpajo palpable por haber jugado juntos en aficionados, el partido se recubre con una pátina de sacrificio. Hay que ganarles. Cada partido es una excursión descalzo al monte Calvario.
Se trataba de sufrir
