El Correo. El Manomanista que en sus dos últimas décadas había entrado en caída libre, con partidos sin contenido alguno, sin esos intensos aromas del ayer que le convirtieron en la competición reina de la pelota, ha recuperado en 2020 parte del encanto que dejó atrás. A principios del nuevo milenio se instaló en el frontón una nueva moda, tirar a huevazos el frontis. Fuerza, poderío, poner la pelota en el rebote, y entrar de aire a toda mosca que revoloteaba por la cancha. Para ello los intendentes metieron en el cestaño misiles, que según ellos enaltecían el espectáculo. Había que restar de aire. Una gran mentira que termino echando a los pelotazales del frontón.
Un Manomanista ilusionante
